viernes, 3 de mayo de 2013

¡Suba al bote salvavidas de Dios!

Acuérdate de Jesucristo… resucitado de los muertos… 2 Timoteo 2:8
En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos. Hechos 4:1 



Cuando el Titanic naufragó, en el año 1912, los pasajeros de primera clase fueron muy privilegiados a la hora de acceder a los botes salvavidas y a los servicios de tripulación. Los más ricos habían pagado su billete cien
veces más caro que los que viajaban en tercera clase.


Dios actúa completamente diferente, pues no hace ninguna diferencia entre los hombres. Rico o pobre, joven o viejo, sea cual sea el color de la piel o el origen social, cada ser humano fue creado por él. Y Dios quiere salvar de la condenación eterna a todos los hombres. Por eso envió a su Hijo Jesucristo, para que cumpliese la obra de la cruz.


Aún hoy ofrece su maravillosa gracia. ¡Suba al bote salvavidas de Dios! Crea en el Señor Jesús y confiésele sus pecados. Este único medio de salvación está a disposición de todos. Dios ofrece un lugar a todos los que quieran venir; pero es necesario que cada uno lo acepte personalmente, es decir, que reconozca la necesidad de ser salvo de sus pecados y los confiese.


La Biblia declara que quien cree en Jesucristo “no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). Entonces para él empieza la vida eterna junto a Dios. “Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

 Él es el único “autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:9). Después de la muerte no podremos volvernos a Dios.


¡Reciba hoy esa salvación gratuita que el Dios de amor le ofrece mediante su Palabra!

FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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