Habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y
le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos
puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a
ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron:
Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha
sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al
cielo.
Hechos 1:9-11

Evidentemente, como en otras ocasiones, era una nube extraordinaria en
la que Dios estaba presente, escondiendo su gloria ante los ojos de los hombres
(1 Reyes 8:10-11; Mateo 17:5).
Además, el “cielo” que recibió a Jesús no era el
cielo atmosférico o el cosmos, sino la presencia inmediata de Dios.
¡Qué
acontecimiento imponente! El Hijo de Dios entró en el cielo como Hombre
glorificado y precursor para los creyentes. Allí fue “declarado por Dios sumo
sacerdote”, “coronado de gloria y de honra”, y recibió el puesto de honor al
lado de Dios (léase Hebreos 6:20; 5:10; 2:9; 1:13).
El Hijo de Dios volvió a
la casa de su Padre con el fin de preparar lugar para los creyentes, gracias a
su presencia como Hombre (léase Juan 14:2-3).
Durante mucho tiempo los
discípulos siguieron con la mirada a Jesús. Dos ángeles aparecieron y los
consolaron, recordándoles la promesa de que Jesús mismo volvería. Su ascensión
ocurrió en el monte de los Olivos. Allí aparecerá nuevamente cuando establezca
su reino de paz (Zacarías 14:4).
No hay comentarios:
Publicar un comentario