¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los
burladores desearán el burlar…? Por cuanto llamé, y no quisisteis oír… También
yo me reiré en vuestra calamidad. Proverbios 1:22-26
Buscadme, y viviréis. Amós 5:4
Buscadme, y viviréis. Amós 5:4
La verdadera
pregunta
Antes de
suicidarse, un joven escribió estas palabras de despedida: «La muerte es tan
buena que nadie regresa». Es cierto que nadie regresa, pero que sea buena o que
todos estén bien allí es una ilusión peligrosa.
La verdadera pregunta que todo
hombre debe hacerse es la que se hacía el patriarca Job: “Perecerá el hombre, ¿y
dónde estará él?” (Job 14:10).La muerte lleva al creyente junto a Jesús (Filipenses 1:23).
Para él, Dios “vuelve las tinieblas en mañana” (Amós 5:8).
Eso fue lo que hizo exclamar al apóstol Pablo: “Más quisiéramos estar ausentes
del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Corintios 5:8).
Para el incrédulo es muy
diferente. El relato que Jesús hace en el evangelio es escalofriante para toda
persona que no ha puesto en regla con Dios la cuestión de sus pecados: “Estoy
atormentado en esta llama” (Lucas 16:19-31).
Es posible que en este pasaje Jesús
se haya expresado de manera figurada, pero si tal es la parábola, ¿cómo será la
realidad? El hombre de este relato no puede cambiar su situación, pues está en
los tormentos. Así sólo durante su vida, todas las personas tienen la
oportunidad de arrepentirse y volverse a Dios.
Mediante su Palabra, Dios
habla a los hombres denunciando su culpabilidad y ofreciéndoles la vida eterna.
Si no lo escuchan, después de la muerte será demasiado tarde.
Usted que lee
estas líneas, ya es hora de arrepentirse: “He aquí ahora el tiempo aceptable; he
aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2).
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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