miércoles, 29 de mayo de 2013

Cada vez más lejos de Dios (1)

Cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Jesús le dijo: … Vete, y no peques más. Santiago 1:14-15; Juan 8:11

 



«Cuando era pequeño me gustaba deslizarme por pendientes muy empinadas en grandes manojos de hojas de platanero. En la cima, sentado en ese trineo improvisado, daba un pequeño impulso y… ¡Zas, descendía en segundos!
¡La sensación era maravillosa! No tenía que hacer ningún esfuerzo. En cambio, el ascenso era duro, y las hojas de platanero pesadas.
 

»En la vida, por lo general es muy fácil descender espiritualmente. Pero, ¿cómo subir? Siendo niño me uní a unos creyentes; esto me hizo mucho bien durante algún tiempo, pero cuando comprendí que debía someter mi vida a Dios, preferí seguir mi propio camino. Entonces me deslicé cada vez más lejos de Dios, incluso hasta llegar a dudar de su existencia.
 
»Cuando tenía diecinueve años, muchas personas se convirtieron a Jesús en Rukungiri (Uganda), la ciudad donde yo vivía. Su entusiasmo me irritaba, pero al mismo tiempo sentía un gran vacío interior. Un día vi a uno de mis amigos que se me acercaba en bicicleta por la carretera polvorienta. Me sorprendió ver su rostro totalmente iluminado por la alegría. Se detuvo cerca de mí y exclamó sin aliento: 
–¡Festo, hace tres horas que Jesús vino a ser una realidad en mi vida! ¡Recibí el perdón de mis pecados! Y continuó: 
–¡Por favor, amigo mío, te pido que me perdones! Y me relató tres veces en las que me había hecho daño. 
–Lo siento, Festo, ya no quiero vivir de esta manera. ¡Lo que Jesús me dio es mucho mejor!»
(continuará)

FUENTE:© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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