¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y
que entrara en su gloria?
Lucas 24:26
Le era
necesario… padecer mucho… ser muerto, y resucitar al tercer día.
Mateo 16:21
A veces es
difícil comprender y admitir que Jesucristo tuviese que pasar por la cruz para
que fuéramos salvos.
Él siempre anunció de antemano a sus discípulos lo que debía acontecerle: “Es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino”, decía con determinación, mientras andaba haciendo el bien por doquier; sabía cuándo sería detenido (Lucas 13:33).
Declaró “que le era necesario ir a
Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de
los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mateo 16:21).
No
entendieron enseguida lo que esto quería decir, pero se acordaron de ese “es
necesario” ante la tumba vacía, tres días después de la muerte de Jesús, en el
momento de la resurrección (Lucas 24:7-9).
Verificaron la exactitud de cada una
de sus palabras. Le vieron resucitado y vivo.
Entonces Jesús les recordó que
era necesario que las profecías del Antiguo Testamento respecto de él se
realizaran, para que el arrepentimiento y el perdón de los pecados fueran
anunciados al mundo entero en su nombre (Lucas 24:46-47).
Era necesario que el
pecador fuera castigado o que Jesús tomara su lugar.
Con esta condición Dios
ofrece un pleno y perfecto perdón a aquel que se arrepiente. Ya no se acuerda de
nuestros pecados (Isaías 43:25), entonces nos considera como perfectamente
justos y dignos de ser felices en su compañía para siempre. Por cierto, es un
tema de gratitud y de asombro cotidiano.
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