jueves, 9 de mayo de 2013

La razón del más fuerte

Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus palabras. Eclesiastés 9:16
Cristo Jesús… estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 
Filipenses 2:5-8
 
 
 «La razón del más fuerte siempre es la mejor», escribió La Fontaine en su fábula «El lobo y el cordero». Podemos constatar que tenía mucha razón, y nuestro siglo no escapa a esta regla. Sin hablar del terrorismo que quiere que sus ideas triunfen mediante la violencia, nuestro mundo está totalmente gobernado por la fuerza. Los más fuertes o los más numerosos imponen sus leyes. En la sociedad actual, débiles y vencidos a menudo son oprimidos.
¡Qué contraste con Jesucristo! Cuando estaba en la tierra sólo manifestó dulzura y humildad; no impuso sus enseñanzas. Tenía un poder infinito, sin embargo sólo lo empleó para aliviar y sanar a todos los que venían a él. 

Incluso cuando fueron a buscarlo con espadas y palos, no mostró resistencia; aceptó ser crucificado para salvar a los que estaban perdidos.
 
La Biblia declara: “Fue crucificado en debilidad” (2 Corintios 13:4). 

Pero “Dios… le resucitó de los muertos y le ha dado gloria para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 Pedro 1:21). 

A la aparente razón del más fuerte, él respondió mediante la razón del amor.
 
Aún hoy Dios no impone nada al hombre, sino que en su bondad le insta a que se arrepienta y reciba el perdón de sus pecados, porque Jesucristo murió para expiarlos. No hay mayor pecado ante Dios que despreciar la humildad y el amor de su Hijo.


FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)


 

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