Viendo la ciudad entregada a la idolatría… Pablo, puesto en
pie en medio del Areópago, dijo… hallé también un altar en el cual estaba esta
inscripción: Al Dios no conocido. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle,
es a quien yo os anuncio. Hechos 17:16, 22-23
Los griegos
de hace 2.000 años reverenciaban una multitud de ídolos y habían hecho un altar
para un “dios no conocido”.
¿Es diferente hoy? Cuando una persona o un grupo de personas no quiere conocer al único y verdadero Dios, se crea varios dioses a su manera. Dios es el mismo eternamente, sólo que para esas personas él es “no conocido”.
¿Es diferente hoy? Cuando una persona o un grupo de personas no quiere conocer al único y verdadero Dios, se crea varios dioses a su manera. Dios es el mismo eternamente, sólo que para esas personas él es “no conocido”.
Al considerar con lucidez la vida de cada persona, constatamos la existencia de una multitud de dioses avasalladores. Un dios es una persona o una cosa que veneramos y ponemos por encima de todo. Ocupa nuestros pensamientos, dirige nuestros proyectos y es el objetivo de nuestros actos. Rápidamente orienta nuestras decisiones y somete nuestra voluntad de modo que, aun inconscientemente, nos volvemos sus esclavos.
¿Cuáles son nuestros dioses? Las grandes figuras del deporte, de la música, de la política; el dinero, el ocio, la televisión, el Internet, los juegos y tantas otras cosas… ¿Uno o varios de esos dioses dirigen nuestra vida?.
La Biblia nos habla de un gran usurpador: el diablo. Toma diversas formas para engañarnos y desviarnos del único y verdadero Dios, Creador del cielo y de la tierra. También quiere desviarnos del único mediador que puede conducirnos a Dios, es decir, Jesucristo, quien dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
¿Es posible que ese Dios salvador sea aún
para usted el “dios no conocido”? Jesús es el único camino hacia el único y
verdadero Dios.
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