viernes, 24 de mayo de 2013

Luz y verdad

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella… Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Juan 1:4-5, 9
Tu palabra es verdad. Juan 17:17
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino. Salmo 119:1
 
En los países llamados cristianos parece que cada vez más se rechazan, uno tras otro, los caracteres de un verdadero cristianismo. La inspiración divina de la Biblia, su autoridad, la muerte y la resurrección de Cristo, la obra de la redención, la divinidad de Jesucristo son puestas en duda.

Algunas personas, incapaces de no creer en nada, vuelven a las supersticiones paganas, a la invocación de los espíritus, a la hechicería, y rinden culto a dioses que se fabricaron.


La Biblia nos describe de forma precisa la última fase de ese estado moral: “Apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:4).

Ante esos desvíos, la Biblia es la única fuente de luz, y el cristiano la reconoce como tal. Y si antes de conocer esa luz vagó durante mucho tiempo en las tinieblas, ahora está cada vez más convencido de que únicamente la Palabra de Dios es luz y verdad.

–Ella alumbra primeramente el interior del corazón. Sólo ella trae al alma la paz de Dios mediante la fe en Jesucristo.
–Luego alumbra el camino del creyente, paso por paso.
–Por último alumbra el futuro: el creyente tiene la seguridad de estar para siempre “con el Señor”.

“Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz” (Juan 12:36).

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