lunes, 26 de noviembre de 2012

El aire que salva

Él (Dios) es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres… para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos. Hechos 17:25-28
¿Cuál es la causa más frecuente de accidentes graves en la industria química?
Naturalmente pensamos en las explosiones, los incendios o los escapes de gases tóxicos. En realidad los accidentes mortales a menudo suceden debido al nitrógeno. Este gas inodoro, incoloro e inerte, constituye un 80% del aire que respiramos. Como tal es totalmente inofensivo. 

Los industriales de la química se protegen contra los incendios utilizando el nitrógeno como gas inerte. El nitrógeno líquido se utiliza para producir temperaturas muy bajas. Desgraciadamente, los accidentes suceden cuando la proporción de nitrógeno en una atmósfera cerrada sobrepasa la normal.

Así, para el buen funcionamiento de su cuerpo, el hombre necesita un aire no viciado, el aire que Dios creó. Del mismo modo, para el desarrollo de su mente y su alma, necesita tener una relación permanente con Dios. El peor estado es desconocer esa necesidad y vivir alejado de Dios. 

La Biblia nos dice que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), es decir, la asfixia, la ausencia de relación con Dios. Pero añade: “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Recibir la vida eterna es muy simple: es como respirar el aire puro; es acoger a Jesús y su obra de gracia que me vivifica.

Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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