Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. Juan 1:9
(Jesús dijo a sus discípulos:) Vosotros sois la luz del mundo. Mateo 5:14
(Jesús dijo a sus discípulos:) Vosotros sois la luz del mundo. Mateo 5:14
Así como el fondo de un valle está en la oscuridad antes del amanecer, la humanidad está sumergida en la oscuridad de corrupción y violencia.
Cristo vino de Dios a la tierra, y de repente esta humanidad, expuesta a una iluminación perfecta, apareció bajo su verdadero aspecto. La humildad, el olvido de sí mismo, la dulzura, la devoción, la paciencia, la sinceridad de Cristo… todos esos rayos de sol divino proyectados hacia nuestro mundo y hacia cada uno de nosotros hacen resaltar, en contraposición, el orgullo, el egoísmo, la dureza y la hipocresía que nos caracterizan. Para apreciar los contrastes necesitamos tener referencias.
El mal se define con respecto al bien, la mentira con respecto a la verdad, el odio con respecto al amor.
El mal se define con respecto al bien, la mentira con respecto a la verdad, el odio con respecto al amor.
Cristo vino a constituir para nosotros esta gran Referencia. Primero ella nos condena, porque pone a la luz nuestra tendencia a hacer el mal.
Pero Cristo comunica la vida a aquel que se reconoce pecador, y quien entonces es llamado a imitarlo, siendo una luz para el mundo. Un cristiano recto en medio de personas deshonestas, satisfecho en medio de gente descontenta, serio en medio de personas inmorales, es semejante a un proyector que saca a la luz los lados más sombríos de la naturaleza humana.
Desempeña un rol temible, porque produce la animosidad de quienes se sienten juzgados. Por ello, su testimonio debe ir acompañado del amor; exactamente como en Jesús brillaron a la vez la luz y el amor, la verdad y la gracia.
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
No hay comentarios:
Publicar un comentario