Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Apocalipsis 22:16
Buscad al Señor y vivid… al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche. Amós 5:6-8
Un creyente
había pasado por una larga enfermedad. Durante ese periodo de sufrimientos su fe
nunca se debilitó.
La enfermedad iba a acabar con su vida, pero nuestro amigo
tenía una seguridad: iba a pasar de este mundo de sufrimientos a la presencia
llena de gozo de su Señor.Con el último suspiro su alma dejó su cuerpo mortal para ser recibida en el paraíso. Jesús, el único que pudo atravesar la muerte victorioso, lo recibió. Así ocurre con todos los que han creído en su sacrificio en la cruz.
No podemos ver a Cristo, pero él brilla por la fe en los que le pertenecen. Quienes ya están en su presencia contemplan esa luz en la que vivirán eternamente. Los que durante su paso por la tierra no conocieron la luz divina que da la vida a los que creen, estarán en las tinieblas de la muerte para siempre. “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5).
Deje que esa luz traspase el velo de sus dudas, o quizá de su incredulidad. Ella lo iluminará de la vida divina por toda la eternidad. El Señor Jesús dijo: “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas” (Juan 12:46).
No hay comentarios:
Publicar un comentario