Dios, habiendo hablado… en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo. Hebreos 1:1-2
Oíd, y vivirá vuestra alma. Isaías 55:3
Oíd, y vivirá vuestra alma. Isaías 55:3
Todos
prestamos atención a los mensajes que recibimos por diferentes medios
de comunicación: Internet, SMS o teléfono, aunque sólo sea para saber la
identidad del corresponsal.
Entonces, ¿podría suceder que no aceptemos lo que Dios quiere decirnos?
La Biblia responde perfectamente a esas preguntas, porque ella misma es la Palabra de Dios. Nos enseña que, en todo tiempo, Dios nuestro creador, quien es Espíritu (Juan 4:24), habló al hombre (Deuteronomio 5:24), sea directamente o por medio de diferentes portavoces, como los profetas. Así fue como dio a conocer que tenía para los hombres “pensamientos de paz, y no de mal” (Jeremías 29:11).
Entonces, ¿podría suceder que no aceptemos lo que Dios quiere decirnos?
Quizás usted se pregunte cómo hacer para
escuchar a un Dios a quien no ve. O, ¿está sorprendido por la manera en
que pueda hablarle?
La Biblia responde perfectamente a esas preguntas, porque ella misma es la Palabra de Dios. Nos enseña que, en todo tiempo, Dios nuestro creador, quien es Espíritu (Juan 4:24), habló al hombre (Deuteronomio 5:24), sea directamente o por medio de diferentes portavoces, como los profetas. Así fue como dio a conocer que tenía para los hombres “pensamientos de paz, y no de mal” (Jeremías 29:11).
Pero muy pocos escucharon y recibieron su mensaje.
Entonces,
hace unos dos mil años, envió al último mensajero de paz: Jesucristo.
Jesús, el Hijo de Dios, dio su vida en una cruz para salvar a quienes lo
aceptan como Salvador, dándoles así la vida eterna.
Aún hoy Dios
dirige el mismo mensaje a todo el que quiere oírlo: “Arrepentíos, y
creed en el Evangelio” (Marcos 1:15).
Es un mensaje vivo, un mensaje de
verdad, de perdón y de amor divino.
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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