Si
preguntásemos a los historiadores cuál fue la catástrofe más sobresaliente en la
historia humana, seguramente obtendríamos respuestas muy diferentes.
Sin embargo, al leer la Biblia, la Palabra de Dios, nos damos cuenta de que la mayor tragedia de todos los tiempos es sin lugar a dudas la introducción del pecado en el mundo.
En efecto, cuando el hombre escuchó al diablo en vez de obedecer a
Dios, cayó en el pecado. Las consecuencias del pecado fueron inmediatas: “Como
el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la
muerte pasó a todos los hombres” (Romanos 5:12).
Estas consecuencias están
presentes en todas las civilizaciones y en todos los tiempos. El pecado es el
origen de todos los problemas de la humanidad. Las guerras, los genocidios, los
asesinatos, todas las injusticias tienen su origen en el mal que mora en el
corazón del hombre.
Pero la Biblia, que comienza presentándonos esta tragedia, termina con un triunfo. En su amor Dios respondió al triste estado del hombre. Jesucristo vino a manifestar este amor en medio de una humanidad perdida. Si su muerte en la cruz pareció ser una derrota, el amor divino fue, sin embargo, el más fuerte. Jesús resucitado triunfó sobre el pecado y sobre la muerte.
¡Él expió los pecados de los que creen en él!
Los creyentes han sido asociados a su triunfo y están unidos a él por la eternidad. Un día reinará como vencedor en este mundo, en donde sufrió tanto cuando estuvo aquí en la tierra.
Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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