martes, 25 de diciembre de 2012

María… dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2:5-7
Aún hay lugar… Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Lucas 14:22-23
 
Hace alrededor de 2.000 años no hubo lugar en el mesón de Belén para acoger a María, quien estaba a punto de dar a luz a su hijo Jesús.

Ese mesón es una imagen de nuestra humanidad, la cual no tuvo lugar para el Salvador del mundo. Pero su actitud, ¿ha cambiado en nuestros días? No, incluso entre los que se llaman cristianos, son muchos los que hoy en día no lo han recibido realmente. Sin embargo, aunque los hombres no quisieron dar otro lugar a Jesús, excepto una cruz para deshacerse de él, el Dios de gracia continúa incansablemente anunciando su mensaje de salvación y abriendo el cielo a todos los que lo aceptan.


Si alguien recibe a Jesús como su Salvador personal, le está reservado un lugar para siempre en la casa del Padre, en el cielo. El deseo de Dios es que su casa “se llene” de hombres y mujeres rescatados por la sangre de Cristo vertida en la cruz. Jesús pagó el precio de ese lugar, de modo que es gratuito para todos los que depositan su confianza en él.

¿Nos atreveríamos a descuidar un amor y una salvación tan grandes?
 
¡Tengamos cuidado! Un día la paciencia de Dios se acabará y la puerta del cielo se cerrará.
 
¡Entonces será demasiado tarde! ¡No espere más!
 
Acepte hoy el lugar que Dios le ofrece junto a él para ser feliz eternamente con Jesús.



Fuente: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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