Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Hebreos 4:7
Una vez habló Dios; dos veces he oído esto: Que de Dios es el poder. Salmo 62:11
Generalmente
atribuimos al azar los acontecimientos inesperados que se producen en
nuestras vidas. Sean favorables o desfavorables, diremos que son debidos
a la suerte o a la mala suerte.
Cierto día Carlos salió a dar una
vuelta en bicicleta. A la ida, un descenso en línea recta de 1.500 m. le
permitió alcanzar la impresionante velocidad de 70 Km/h. ¡Emoción
extrema! Pero al regreso tenía que subir la cuesta.
La velocidad era
menor, incluso si el joven hacía un gran esfuerzo. De repente, debido a
un agujero en la calzada, la horquilla delantera se rompió y Carlos cayó
al suelo; sufrió algunas contusiones. Entonces le asaltó una pregunta
espeluznante: «¿Qué hubiese sucedido si la horquilla se hubiese roto
durante el descenso?». ¡Para un adolescente de 16 años es totalmente
brutal pensar en la muerte!
¡Cuántos han pasado por circunstancias similares y han estimado que «tuvieron suerte»! Pero no, para Carlos, él no había tenido suerte, sino que Dios lo interpelaba de una manera
solemne: «Si tu vida se hubiese detenido en ese momento, ¿dónde habrías pasado la eternidad?».
Aún hoy, Dios da la vida eterna a todo el que cree en su Hijo Jesucristo y lo recibe en su vida. Incluso si usted es joven, el instante que sigue no le pertenece. “En una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende” (Job 33:14). Responda a la Voz
eterna. Dios no deja nada al
azar; le ofrece Su felicidad.FUENTE:© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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