A quienes también, después de haber padecido, se presentó
(Jesús) vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta
días. Hechos 1:3
François-René de Chateaubriand
deseaba que sus memorias fuesen publicadas después de su muerte, por ello las
tituló: «Memorias de ultratumba». ¿Quería dar la impresión de que era un mensaje
enviado por él desde el más allá? Podemos preguntarnos cuáles eran sus
objetivos, pero el hecho de haber escogido este título revela muy bien esta
pregunta que oprime la mente de todo hombre con respecto a lo que ocurre después
de la muerte. ¿Quién no desearía recibir una señal, un mensaje de ese lugar
inaccesible? Pero nadie regresa para describirnos lo que ocurre allá.
Sin embargo hay un libro que nos habla de ello, y la autoridad de Aquel que lo inspiró es innegable, porque se trata de Dios mismo. La Biblia nos enseña que el cuerpo, que es polvo, vuelve “a la tierra, como era, y el espíritu” vuelve “a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:7).
La parábola presentada por Jesús en Lucas 16:19-31 nos describe los dos únicos lugares posibles para el alma de los
difuntos: el descanso para los creyentes y los tormentos para los
incrédulos.
No se esconda detrás de ilusiones engañosas. Más bien, busque las
respuestas en la Biblia, donde encontrará a Cristo, el Hijo de Dios, quien vino
a nuestro encuentro en forma de hombre. Él murió para expiar nuestros pecados,
pero salió victorioso de la tumba. Crea en Jesucristo, pues hoy da la vida
eterna a todo el que deposita su confianza en él. Entonces usted podrá decir en
verdad, junto con el apóstol Pablo: “Para mí el vivir es Cristo, y el morir es
ganancia” (Filipenses 1:21).
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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