martes, 16 de julio de 2013

El versículo no había cambiado

La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 6:23
(Dios) nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús. 2 Timoteo 1:9

En una reunión de evangelización, una mujer fue llevada a la fe mediante este texto de la Biblia: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).
El predicador escribió el versículo en una tarjeta y se lo dio a esta mujer quien, muy contenta, regresó a su casa con su niño. Pero al día siguiente la madre se levantó desanimada, pues había pasado una noche de luchas, dudas y temores. Cuando su hijo le preguntó qué le ocurría, se echó a llorar y dijo: –¡Creía ser salva, pero me siento tan mala como antes!

El niño, asombrado, le respondió: –Mamá, ¿tu versículo cambió? Voy a ver. Entonces corrió a buscar la tarjeta y leyó el versículo. –¡Mamá, es exactamente el mismo de ayer!

La madre miró a su hijo sonriendo. Esta sencilla confianza infantil había bastado para convencerla. Entonces lo tomó en sus brazos y dio gracias a Dios porque su precioso versículo seguía siendo el mismo y porque su paz estaba fundada en la eterna palabra de Dios.

No nos fijemos en nuestro triste estado de pecadores, sino reconozcamos ante Dios lo que somos realmente. Confiemos en él; su amor por nosotros no puede cambiar, pues el mismo Señor Jesús nos prometió: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Juan 10:27-28).


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