La salvación es del Señor. Jonás 2:9
Vana es la ayuda de los hombres. Salmo 60:11Agradó a Dios salvar a los creyentes… 1 Corintios 1:21
Dios quiere liberar al hombre
del pecado, y libera a los que creen en él sin reserva. El camino indicado por
Dios para obtener la liberación siempre es claro y preciso; de este modo deja
sin excusa al que lo rechaza. Tres ejemplos sacados del Antiguo Testamento
demuestran que bastaba creer (tener fe en el remedio propuesto) para obtener la
salvación:
1. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto (Éxodo 12), para
librarse del juicio que debía caer sobre cada familia, los israelitas debían
poner, en el marco de su puerta, la sangre de un cordero sacrificado. El ángel
destructor vería la sangre y pasaría de largo.
2. Para ser curado de la
mordedura mortal de las serpientes, bastaba echar una mirada a la serpiente de
bronce que Moisés había colocado en un asta (Números 21).
3. En el caso de
Naamán, su lepra desaparecería si se lavaba siete veces en el Jordán (2?Reyes 5).
Esta actuación por fe siempre es válida. “El que cree en el Hijo (de
Dios) tiene vida eterna” (Juan 3:36).
Incluso esta sencillez, que pone la
salvación al alcance de todos, a veces hiere nuestro orgullo. Nos gustaría
participar; por lo tanto, preferiríamos un método en el que tuviésemos que
emplear nuestros recursos personales, nuestra inteligencia o nuestras riquezas.
Eso sería ignorar que estamos ante Dios como muertos, incapaces de agradarle. Él
nos salva gratuitamente: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).
Aceptemos sencillamente su
liberación.
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