domingo, 28 de julio de 2013

“El salva y libra”

(Daniel 6:27)
La salvación es del Señor.  Jonás 2:9
Vana es la ayuda de los hombres. Salmo 60:11Agradó a Dios salvar a los creyentes… 1 Corintios 1:21


Dios quiere liberar al hombre del pecado, y libera a los que creen en él sin reserva. El camino indicado por Dios para obtener la liberación siempre es claro y preciso; de este modo deja sin excusa al que lo rechaza. Tres ejemplos sacados del Antiguo Testamento demuestran que bastaba creer (tener fe en el remedio propuesto) para obtener la salvación:


1. Cuando el pueblo de Israel salió de Egipto (Éxodo 12), para librarse del juicio que debía caer sobre cada familia, los israelitas debían poner, en el marco de su puerta, la sangre de un cordero sacrificado. El ángel destructor vería la sangre y pasaría de largo.


2. Para ser curado de la mordedura mortal de las serpientes, bastaba echar una mirada a la serpiente de bronce que Moisés había colocado en un asta (Números 21).


3. En el caso de Naamán, su lepra desaparecería si se lavaba siete veces en el Jordán (2?Reyes 5).


Esta actuación por fe siempre es válida. “El que cree en el Hijo (de Dios) tiene vida eterna” (Juan 3:36)

Incluso esta sencillez, que pone la salvación al alcance de todos, a veces hiere nuestro orgullo. Nos gustaría participar; por lo tanto, preferiríamos un método en el que tuviésemos que emplear nuestros recursos personales, nuestra inteligencia o nuestras riquezas. 

 Eso sería ignorar que estamos ante Dios como muertos, incapaces de agradarle. Él nos salva gratuitamente: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). 

Aceptemos sencillamente su liberación.

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