El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la
tierra tembló, y las rocas se partieron.
Mateo 27:51
Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra (de la tumba), y se sentó sobre ella. Mateo 28:2
Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra (de la tumba), y se sentó sobre ella. Mateo 28:2
Terremotos
Los
terremotos son fenómenos naturales, pero Dios puede emplearlos para centrar
nuestra atención en acontecimientos de un alto valor espiritual.
La Biblia nos dice que la tierra tembló en un momento importante de la historia del mundo: cuando el Hijo de Dios murió. La tierra tembló cuando Jesús, llevando voluntariamente los pecados que expiaba por los hombres, entregó el espíritu clamando a gran voz. El mismo evangelio nos relata cómo en la mañana del domingo, a los dos días, la tierra volvió a temblar en el momento en que un mensajero del cielo anunciaba la noticia más asombrosa que jamás se había escuchado: ¡Jesús resucitó! Así, esos dos grandes acontecimientos estuvieron acompañados por un estremecimiento terrestre, como si el Creador del mundo quisiese llamar la atención de los hombres.
Pero si bien un terremoto marcó
la muerte de Cristo y otro anunció su resurrección, los evangelios nos relatan
que habrá muchos terremotos antes del final de los tiempos (Mateo 24:7).
Jesús
dijo que volvería a la tierra para establecer su reinado de justicia y paz. Ese
regreso estará precedido por fenómenos inexplicables y terremotos en diversos
lugares (Lucas 21:11-27).
Aquellos que no quisieron reconocer a Jesús como su
Salvador, tendrán que encontrarlo como juez (Hechos 10:42).
Hoy todavía es un
día de gracia; no es demasiado tarde para ponerse en regla con Dios aceptando a
Jesús como Salvador.
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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