Tarde y mañana
Por la noche durará el lloro, y a
la mañana vendrá la alegría. Salmo 30:5
La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de
las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Romanos 13:12 |
Desde
el primer capítulo de la Biblia, Dios anuncia el triunfo de la luz sobre la
oscuridad. Después de cada etapa de la creación se repite la misma expresión:
“Y fue la tarde y la mañana” (Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23, 31).
Quizás hubiésemos invertido los dos términos, pero no es un orden fortuito, pues evoca el hecho de que en los planes de Dios, la luz triunfará.
Quizás hubiésemos invertido los dos términos, pero no es un orden fortuito, pues evoca el hecho de que en los planes de Dios, la luz triunfará.
Toda la historia de la humanidad es una sucesión de períodos más o menos
sombríos durante los cuales el hombre se fue alejando cada vez más de su
Creador. La tarde más tenebrosa, la más terrible, fue la que vino sobre la
tierra cuando Jesús, el Hijo de Dios, fue crucificado. Aquel que había ido de
lugar en lugar haciendo el bien sólo tuvo como recompensa una cruz en la que
aceptó morir. ¡Qué gran momento cuando la noche invadió la tierra para esconder
la escena de la crucifixión del Salvador del mundo! (Mateo 27:45)
Pero las
tinieblas dieron lugar a la mañana de la resurrección. Dios quedó satisfecho
con el sacrificio de Jesucristo y lo hizo salir de la tumba. Ese nuevo día abre
un camino a todos los que depositan su confianza en el Salvador para recibir el
perdón de sus pecados.
Ahora los rescatados por Cristo esperan otra mañana, una mañana sin nubes,
mañana en la cual Jesús vendrá a buscar a los suyos para llevarlos a la casa de
su Padre, donde no habrá más noche (Apocalipsis 21:25).
“Y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros
con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:17-18).
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