viernes, 19 de septiembre de 2014

La golondrina y la hormiga

Las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2Corintios 4:18
No tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. Hebreos 13:14
La golondrina y la hormigaa


Una fábula cuenta que una joven golondrina, al ver a las hormigas tan activas, les preguntó por qué trabajaban tanto.

«Almacenamos provisiones para el invierno», respondieron los insectos. «Me parece muy sensato», respondió la golondrina, «haré lo mismo que ustedes». Entonces empezó a cazar moscas, arañas y otros insectos, para almacenarlos en su nido.

«¿Qué estás haciendo?», le preguntó su madre sorprendida. «Estoy almacenando alimentos para el invierno; las hormigas me lo enseñaron». «Hija mía, deja ese trabajo a las hormigas, ellas no tienen alas como nosotras. Cuando el verano se termine, dejaremos estas tierras y nos iremos a otro lugar donde no nos faltará nada».
Cristianos, ¿somos hormigas o golondrinas? ¿Pasamos nuestro tiempo almacenando riquezas para el futuro? No siempre seremos habitantes de esta tierra; nuestra morada terrenal, es decir, nuestro cuerpo humano, no es más que una tienda, pero en el cielo tenemos una casa eterna (2 Corintios 5:1).
Pronto, cuando Jesús vuelva, nos iremos con él. No nos dejemos absorber por las preocupaciones de la vida, no amontonemos ansiosamente tesoros perecederos. Somos llamados ciudadanos celestiales (Filipenses 3:20), porque esperamos el regreso del Señor Jesús, nuestro Salvador, quien nos introducirá en la casa del Padre.
Lector que quizás hasta ahora no ha prestado atención a estas realidades espirituales, ¿no le preocupa su futuro eterno? Todavía hoy Dios nos ofrece su perdón y la vida eterna mediante la fe en Jesús.


FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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