Una joven se
ganaba la vida adivinando la buenaventura. Pero oyó el Evangelio y halló la paz
al creer en el Señor Jesús y en la eficacia de su sacrificio.
A partir de ese
día aprovechó todas las ocasiones para dar testimonio de aquel que le había
perdonado sus faltas.Poco tiempo después de su conversión, dos señoras, que ignoraban el cambio producido en su vida, vinieron a verla deseando que les predijese su futuro.
La joven las invitó a sentarse y, apretando en sus manos su Nuevo Testamento, les explicó: «Ahora ya no utilizo las cartas para adivinar la buenaventura. Tengo este libro, y por medio de él, puedo decirles su pasado, su presente y su futuro.
1. En el pasado ustedes vivieron sin Dios y sin esperanza, como yo antes.
2. En el presente el Evangelio les ofrece la gracia; vayan al Salvador y hallarán el perdón de sus pecados.
3. En el futuro, si ustedes se arrepienten, gozarán de la felicidad eterna cerca de Jesús; si no lo hacen, pasarán la eternidad en la desesperación, lejos de Dios.
Antes cobraba por decir mentiras, hoy les anuncio gratuitamente la salvación que encontré por mí misma mediante la Palabra de Dios, que es la verdad».
“Cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:9-10).
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