Inversiones
Su
sueño se había hecho realidad: había firmado un contrato que lo hacía
propietario, durante 99 años, de las dos majestuosas torres del World
Trade Center en Nueva York.
Esa transacción marcaba el apogeo de la vida
de este adinerado promotor. Seis semanas más tarde, el 11 de septiembre
de 2001, el ataque terrorista redujo las prestigiosas torres a un
puñado de chapas torcidas y escombros, sepultando a unas 3.000 personas.Sí, ante una tragedia de tal magnitud, ¿quién se atrevería a negar la precariedad de los planes que hacemos y la fragilidad de la vida de todo hombre? Para subrayar su brevedad, la Biblia emplea imágenes muy evocadoras: el vapor, la sombra, la flor del campo…
El hombre también es
comparado a un peregrino, a un extranjero en la tierra. Y si amontonar
riquezas es el único objetivo de su vida, es comparado con un insensato
(Lucas 12:16-21).
No nos confundamos en el objetivo, sepamos invertir en los valores seguros.
La vida terrenal es solamente la primera parte
de la vida, pues la segunda parte tendrá lugar en la eternidad.
Dios
ofrece a todos la posibilidad de asegurarse un futuro que los colmará en
el más allá. Ese futuro se decide en la tierra. No se necesita talento,
riquezas ni suerte. Lo único necesario es echar mano del don gratuito
de Dios.
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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