Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Juan 17:3
Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz. Salmo 36:9
Ocupados en múltiples actividades impuestas o escogidas por nosotros mismos, a menudo vivimos atareados sin hacernos preguntas.
¿Cómo ir más allá de esta forma de vida sin objetivo? Quizás admitiendo primeramente las cosas como son.
De repente nos encontramos lanzados en la vida sin haberlo querido, enredados en los afanes del mundo. La vida se abre ante nosotros, nos rodea por todas partes y, paradójicamente, nos conduce a todos a la muerte. Pero, ¿qué es esta vida tan espléndida, sorprendente, misteriosa, desgarradora, conmovedora? Estoy ahí, río, lloro, amo, pienso, leo, hablo, reflexiono… ¿De dónde viene ese milagro de la reflexión, esa posibilidad de dirigir la mente humana hacia lo que percibe, hacia cosas maravillosas a las que aspira y desea, pero que se le escapan?
Si esta pregunta sobre el único y precioso don de la vida le atormenta, si al igual que yo usted no cree que la existencia sea sólo una ilusión en torno a una realidad únicamente material, un pasaje sin futuro, ¡deténgase! ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿La muerte del cuerpo significa verdaderamente el fin?
Una respuesta quiere surgir de lo más profundo de su ser e iluminarlo: DIOS está cerca y quiere revelarse a usted. En el mensaje de mañana lo escuchará hablar por la boca del apóstol Pablo.
(continuará)
(continuará)
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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