¿La vida es absurda? |
Cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré
de su dolor… dice el Señor. Jeremías 31:13-14
Esta es una de las preguntas desgarradoras que según
parece ya se hacía Job, uno de los creyentes más antiguos de los tiempos
bíblicos, abrumado por grandes pruebas. ¿Por qué el sufrimiento? Tarde o
temprano, cada uno se hace esta pregunta y se interroga sobre el sentido de su
propia vida, en la cual se alternan días felices y días de sufrimiento, y que
de repente se termina con… la inexorable muerte.
La palabra «absurdo» surge ante tal descripción y podría
servir de escapatoria si la mente humana la acepta. Sin embargo, sigue buscando
sin hallar respuesta.
¿Es posible que la vida del hombre no tenga ningún significado, que el mundo moral no tenga ninguna coherencia? La belleza, la vida, el amor… ¿no tendrán ningún sentido? ¿Por qué tengo ese doloroso sentimiento de soledad y vacío, cuando siento que mi vida debería ser plenitud, comunión y amor?
Generaciones de creyentes han hallado la respuesta a estas preguntas muy legítimas. Dan testimonio con gozo y seguridad de que su mente halló descanso únicamente en Dios, mediante la fe en Jesucristo. Cuando acepté a Dios y su amor por mí, su criatura, la paz y la luz brotaron en mi sediento corazón. A todos los que humildemente piden a Dios sabiduría, él la da abundantemente y sin reproche (Santiago 1:5).
“El
Señor es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará
descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará
por sendas de justicia por amor de su nombre” (Salmo 23:1-3).¿Es posible que la vida del hombre no tenga ningún significado, que el mundo moral no tenga ninguna coherencia? La belleza, la vida, el amor… ¿no tendrán ningún sentido? ¿Por qué tengo ese doloroso sentimiento de soledad y vacío, cuando siento que mi vida debería ser plenitud, comunión y amor?
Generaciones de creyentes han hallado la respuesta a estas preguntas muy legítimas. Dan testimonio con gozo y seguridad de que su mente halló descanso únicamente en Dios, mediante la fe en Jesucristo. Cuando acepté a Dios y su amor por mí, su criatura, la paz y la luz brotaron en mi sediento corazón. A todos los que humildemente piden a Dios sabiduría, él la da abundantemente y sin reproche (Santiago 1:5).
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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