martes, 15 de julio de 2014

Las condecoraciones


Cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 1Corintios 3:8
Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:21


·         Cada año los jefes de Estado y sus ministros conceden cierto número de condecoraciones a algunas personas que lo merecen en todas las disciplinas o profesiones. El día de la ceremonia los galardonados se presentan ante los altos funcionarios, quienes ponen una medalla en su pecho y los felicitan calurosamente. La prensa informa y publica fotos sobre el suceso.

Los cristianos tenemos el privilegio de servir a un Señor. Y mucho más que las autoridades de este mundo, el Señor está atento a la fidelidad de los suyos. Él ve y sabe todo; no olvida nada de lo que hacemos por él. Jesús, el justo Juez, sabrá recompensarnos un día (Hebreos 11:6).

En todo lo concerniente al juicio humano, puede haber injusticias: recompensas dadas injustamente o recompensas que no fueron atribuidas a personas que lo merecían. En oposición a las distinciones humanas, la recompensa que el Señor prepara para cada uno de los suyos no será el resultado de ningún error, sino que retribuirá exactamente todo lo que haya sido hecho para él.


No obstante, aunque la Biblia menciona la recompensa para animar al creyente, éste no trabaja con miras a ella, sino por amor y agradecimiento a su Señor.
¿Qué podríamos desear más que la aprobación del Señor?
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse” (2 Timoteo 2:15).



FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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