martes, 11 de marzo de 2014

El sentido de la vida


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Vida y misericordia me concediste, y tu cuidado guardó mi espíritu. Job 10:12
¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. Santiago 4:14



Cada uno se hace su propia idea de las cosas en función de sus experiencias y de la gente que lo rodea. En efecto, cada día tenemos que tomar múltiples decisiones, pequeñas o grandes. 

Debemos diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que se puede o no se puede hacer. Pero ante todo escogemos, seamos conscientes o no, vivir sin Dios o en relación con él.
¡Somos responsables de nuestras decisiones!

Si la vida fuese absurda, si nuestras acciones no tuviesen ningún sentido profundo, o si todo estuviese decidido de antemano, sería ilógico querer dirigir bien nuestra vida. 

Si la vida sólo fuese material, ¿para qué serviría pensar en los valores invisibles y espirituales? Pero la vida es mucho más que eso: es frágil, pero nos lleva necesariamente a las puertas de la eternidad. Nuestra vida, una mezcla de alegrías y tristezas, es misteriosa y compleja; ¿cómo comprender su sentido profundo? Por ello necesitamos un guía para hacerla útil, fecunda, para evitar el fracaso final.
 
Reconozcamos que en la vida existe algo grande y bello que no puede provenir del azar. Eso proviene de Dios, el Creador. Si nos dio la vida es normal que nos haya dado a conocer sus leyes, su voluntad y su amor. Lo hizo a través de la Biblia, mediante los profetas y la venida de Cristo a la tierra. Sólo él puede enseñarnos qué es la vida del hombre, por qué está en la tierra, qué es la muerte, si existe un más allá. 

Dios no se dirige a filósofos, sino a hombres sencillos que buscan humildemente la verdad para vivirla.


FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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