(Juan 19:30)
(Jesús
dijo a su Padre:) Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me
diste que hiciese. Juan 17:4
Cuando Jesús hubo
tomado el vinagre, dijo: Consumado es .Juan19:30
v Cuando llega el ocaso de su vida, muchas
personas sienten tristeza al contemplar sus proyectos no acabados y ver sus
aspiraciones frustradas.
El compositor Franz Schubert nos dejó una «sinfonía inacabada». Un hombre de negocios muy activo declaraba: «¡Hay tanto que hacer y hay tan poco hecho!».
¡Qué contraste con lo que Jesús dijo justo antes de morir: “Consumado es”! (Juan 19:30). Había venido a la tierra para llevar a cabo la obra que Dios le había confiado, la cual consistía en solucionar para siempre la cuestión del mal que separa a todo hombre de Dios. Jesús la resolvió totalmente, no en parte, y Dios quedó plenamente satisfecho. Cuando el Salvador murió en nuestro lugar, el pecado fue juzgado conforme a lo que merecía.
Ahora ya no tenemos que hacer nada, excepto creer que la obra de Jesucristo es perfecta, que ha sido cumplida completamente y que nos salva para siempre. A partir del momento en que uno acepta a Jesucristo como su Salvador personal, hay un lugar preparado para él en la presencia de su Salvador por toda la eternidad.
El Señor Jesús dijo a sus discípulos: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3).
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