En la terraza de un restaurante, unas familias charlaban. Al ver a
una gitana, la llamaron, diciendo: –¡Díganos la buenaventura! –Con mucho
gusto, respondió ella sacando un libro de su bolso. Lo necesito para
decirles su futuro. Primero voy a decirles quiénes son.
Entonces comenzó a leer: “No hay justo, ni aun uno… Todos se
desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no
hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua
engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena
de maldición y de amargura… No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:10-18).
Éste es su estado actual. En cuanto al futuro veo dos posibilidades:
La primera: “Enviará
el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los
que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el
horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:41-42).
La segunda: “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre” (Mateo 13:43).
Pero este libro también les muestra cómo escapar al fuego del juicio: “Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Luego la mujer se fue…
Esos turistas, que querían oír la buenaventura, ¿escucharían y creerían el mensaje de la Biblia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario