Para responder a esta
pregunta no podemos dar pruebas racionales. Si efectivamente la Biblia es la
Palabra de Dios, ésta sobrepasa necesariamente nuestra razón. Sin embargo, no se
trata de dejar de lado nuestra razón cuando la leamos, sino de ser muy
conscientes de que la razón no es suficiente para comprender el mensaje. Sola,
la razón puede incluso ser un estorbo.
La Biblia es un libro profético; desde
el principio anuncia la venida de Jesucristo a la tierra. Nos da por adelantado
muchos detalles sobre esta venida, por ejemplo el hecho de que iba a nacer en
Belén (Miqueas 5:2), que sobre su túnica echarían suertes, que sus manos y sus
pies serían clavados (Salmo 22:16, 18; Zacarías 12:10).
Esto nos da confianza en la Biblia.
Esto nos da confianza en la Biblia.
Por otra parte, la Biblia habla a mi conciencia. El poder de su mensaje y el impacto que tiene sobre mi alma es lo que me da, sobre todo, la convicción de que ella es verdaderamente la Palabra de Dios. La Biblia me muestra que soy pecador, pero también me da el remedio: la cruz de Cristo. Éste es el resultado de la obra de Dios en el corazón del cristiano: “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo” (1 Juan 5:10).
Sabe que la Biblia es la Palabra de Dios; Jesús pasó a ser su Pastor, él escucha su voz y le sigue (Juan 10:27).
De este modo, cuando el creyente lee la Biblia, sabe que Dios le está hablando. Dios nos invita a tener esta maravillosa experiencia sencillamente leyendo su Palabra.
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