Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. Lucas 11:28
María… sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Lucas 10:3
La última llamada
telefónica
Un grupo de
jóvenes emprendió una excursión en los Alpes. Con mucho esfuerzo llegaron al
refugio donde habían previsto pasar la primera noche. De repente sonó el
teléfono: «Habla el cuerpo de seguridad de la montaña.
Les advertimos sobre la
inminente llegada de mucha nieve. Su refugio se halla en una cañada expuesta a
las avalanchas. Les aconsejamos descender inmediatamente al valle».
El mensaje
fue recibido en medio de carcajadas.
Poco tiempo después volvió a sonar el
teléfono. Los alpinistas recibieron la orden de abandonar inmediatamente el
refugio porque la nieve ya caía abundantemente. «No, aquí nos quedaremos.
¡Ustedes están exagerando!», respondieron los jóvenes.
Quince minutos más
tarde el teléfono volvió a sonar. El llamado era urgente: «¡Pero, cómo! ¿Todavía
están ahí…?». El joven dejó el auricular; no deseaba seguir escuchando. ¡Quería
que los dejaran tranquilos!
Esa misma noche sobrevino la tragedia. Al día siguiente el equipo de rescate se puso en camino. No encontraron ni el refugio ni a los cinco jóvenes, pues todo había quedado sepultado bajo una montaña de nieve y barro.
¿Cuántas veces ha oído usted los urgentes llamados de un Dios
que no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva? ¿Ha actuado
como el joven que no quiso escuchar la última llamada?
¡Hoy Dios le ofrece la
salvación!
FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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