jueves, 7 de febrero de 2013

“No volverá más a su casa” (Job 7:10)

Si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 2 Reyes 5:13

De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren (en Jesucristo), recibirán perdón de pecados por su nombre. Hechos 10:4
 

La noticia se difundió rápidamente por todo el pueblo: «El señor B. ha muerto». Entonces surgió todo tipo de comentarios: «No iba a la iglesia, pero sí era bautizado».
La Biblia dice: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Marcos 16:16).
 
Por sí solo el bautismo, sin la fe, no salva.
 
«Le gustaba ayudar a los demás. Dios lo tendrá en cuenta». Pero la Biblia dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe… no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
 
Nadie será salvo por sus obras o por su buen comportamiento.
«Yo conocí a sus abuelos; eran creyentes, y oraban mucho por él. Ahora nos toca a nosotros orar por su alma». Sin embargo, está escrito: “Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate (porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás)” (Salmo 49:7-8).
 
La fe de los padres, abuelos o amigos no salva a nadie. Durante nuestra vida en la tierra es cuando tenemos que ponernos en regla con Dios.
«Es falso decir que Dios es tan estricto». “Dios es amor” (1 Juan 4:8).
 
Sí, Dios ama al pecador, pero no soporta el pecado: “Muy limpio eres de ojos para ver el mal” (Habacuc 1:13).
 
Todos los que mueran en sus pecados serán juzgados según sus obras (Apocalipsis 20:12).
 
Pero aún hoy, el Dios de amor ofrece gratuitamente su gracia y el perdón a todo el que se arrepiente y cree en Jesucristo.

FUENTE: © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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