jueves, 3 de octubre de 2013

No quisieron escuchar mis palabras… Jeremías 11:10
Bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. Lucas 11:28
María… sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Lucas 10:39
 
La última llamada telefónica

Un grupo de jóvenes emprendió una excursión en los Alpes. Con mucho esfuerzo llegaron al refugio donde habían previsto pasar la primera noche. De repente sonó el teléfono: «Habla el cuerpo de seguridad de la montaña.
Les advertimos sobre la inminente llegada de mucha nieve. Su refugio se halla en una cañada expuesta a las avalanchas. Les aconsejamos descender inmediatamente al valle». El mensaje fue recibido en medio de carcajadas.
Poco tiempo después volvió a sonar el teléfono. Los alpinistas recibieron la orden de abandonar inmediatamente el refugio porque la nieve ya caía abundantemente. «No, aquí nos quedaremos. ¡Ustedes están exagerando!», respondieron los jóvenes.
Quince minutos más tarde el teléfono volvió a sonar. El llamado era urgente: «¡Pero, cómo! ¿Todavía están ahí…?». El joven dejó el auricular; no deseaba seguir escuchando. ¡Quería que los dejaran tranquilos!
Esa misma noche sobrevino la tragedia. Al día siguiente el equipo de rescate se puso en camino. No encontraron ni el refugio ni a los cinco jóvenes, pues todo había quedado sepultado bajo una montaña de nieve y barro.
¿Cuántas veces ha oído usted los urgentes llamados de un Dios que no quiere la muerte del pecador, sino que se arrepienta y viva? ¿Ha actuado como el joven que no quiso escuchar la última llamada? ¡Hoy Dios le ofrece la salvación!

                    FUENTE © Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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